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Ha sido una fortaleza defensiva. Un cuartel de la Guardia Civil. Una residencia de nobles y gentes de alta alcurnia. Un hotel. Y hasta un refugio de marginados donde las palomas hacían su nido y los chiquillos sus travesuras. El Castillo de Chipiona, `el castillito´para la gente del lugar, abre sus puertas de nuevo. Esta vez sus funciones serán de servicio público. Dependencias municipales y lugar para actividades de ocio cultural tendrán lugar en su interior. Sin duda, esta es una valiosa restauración a la que habrá que sacar partido.

Ya queda poco para poder disfrutar de nuevo de uno de los elementos patrimoniales más importantes con los que cuenta Chipiona. Tras años de dejadez y olvido durante los cuales ha sufrido todo tipo de vejaciones, se encuentra a punto de abrir sus puertas a todos los Chipioneros y visitantes.

El edificio albergará un museo dedicado al “Nuevo Mundo”, el cual está previsto que se inaugure en primavera del 2.008. Así mismo, también se encontrará en su interior el “Centro de Interpretación Turística”. Estos centros de interpretación (que ya existen en algunas localidades y están en proyecto en muchas otras), están siendo apoyados por el Ministerio de Economía a través del departamento de Turismo.

Gran parte de la restauración ha sido financiada por fondos FEDER (Fondo europeo de desarrollo general). Para beneficiarse de esos fondos se han de cumplir unos requisitos tales como plazos de terminación de obra y destino de los espacios. No pudiéndose destinar el edificio a cualquier fin.

Durante la restauración llevada a cabo se ha intentado dar un toque de modernidad y funcionalidad a las instalaciones del Castillo respetando sus valores primitivos. Se ha buscado dar nuevo brío a su antigua constitución.

Dentro de lo más clásico cabe destacar las estructuras de madera, los revestimientos de mortero de cal y la pigmentación natural de los componentes empleados. Por otra parte, no se ha querido renunciar a las comodidades que ofrecen los materiales más modernos. De ahí los acristalamientos de climalit, el parquet o el granito en la planta baja.

Del mismo modo se le ha dotado de numerosas instalaciones dentro de las cuales podemos enumerar calefacción, refrigeración, ascensor, saneamientos, medidores de seguridad, etc.

Junto al equipo técnico de la obra, ha trabajado un grupo de arqueólogos enviados por Diputación para publicar un estudio tras el proceso de restauración.

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Las cifras del proyecto

Superficies actuales:

Ocupada: 997,90 m2

Construida:
Planta Baja 843,36 m2
Planta Primera 675,88 m2
Planta Segunda 39,20 m2

TOTAL: 1.563,44 m2

 

Superficies proyectadas:

Ocupada: 913,75 m2

Construida:
Planta Baja 764,36 m2
Planta Primera 675,88 m2
Planta Segunda 62,57 m2

TOTAL: 1.502,81 m2

Presupuesto de Ejecución Material = 1.445.034,08 €

Comentario histórico

Como en tantos edificios históricos, los orígenes del castillo de Chipiona continúan hoy día siendo inciertos, y resulta difícil distinguir (a realidad de aquello que la leyenda se ha ocupado de elevar a tradición popular. Su origen por tanto es incierto, si bien sabemos que en su emplazamiento o cerca de él hubo un castillo que algunos hacen remontar a una época contemporánea o anterior a los romanos con más fantasía que argumentos sólidos (sí bien es cierto que en la banda litoral de la Cruz del Mar, y en las mismas inmediaciones del Castillo, no son infrecuentes los hallazgos arqueológicos de tal época).

La leyenda nos habla de la presencia de una torre o faro romanos en este lugar, en relación con un importante escollo situado frente a la población de Chipiona y llamado Salmedina. Existe la tradición de que este peligroso bajo haya sido un islote unido a la costa por una escollera, coincidente con la restinga que lo une a Punta Camarón. Sobre el islote se habría alzado la atalaya romana conocida como Turrus Capionis, a la que también se ha asignado ese nombre de Salmedina. Dicha Turrus Capionis sería el Kaipionos Pýrgos o Caepionis Monumentum, especie de faro mandado construir por Q. Servilius Carpio, procónsul en la Hispania Ulterior, hacia 140 a.C. para evitar los escollos mencionados en el tránsito de la desembocadura del Guadalquivir.

Pero los historiadores que se han ocupado del Castillo no llegan a aclarar mucho sobre su antigüedad, aportando distintas conclusiones y fechas. Los franciscanos Aracil y Roque Martínez, en su libro escrito a primeros del siglo XX decían « junto a él vense fuertes paredones y algunos trozos de cimientos que no desmienten seguramente ni su antigüedad, ni el destino que se les atribuye ».

En el libro que la Excma. Diputación Provincial de Cádiz editara sobre la ciudad se dice que no se tienen referencias escritas de la Chipiona musulmana, y que por tanto no se puede afirmar sí existió Chipiona como pueblo en estos siglos. Dándole sin embargo seguridad al origen: « …sólo sabemos que el castillo originariamente fue construido por los musulmanes ».

Jorge Alonso en su libro sobre Tartessos, no coincide con el anterior y le da más antigüedad, nos dice sobre el Castillo: « Los de Sanlúcar, Chipiona, Puerto de Santa María, Jerez de la Frontera, debieron tener un nacimiento más antiguo que el ‘tiempo de los moros’ que se le atribuye ».

El territorio de la desembocadura del Guadalquivir fue conquistado por Fernando III a mediados del siglo XIII. El cronista de la casa de Niebla, Pedro de Medina, incluye entre las mercedes que Sancho IV concedió a Alonso Pérez de Guzmán ‘El Bueno’: « la tierra de la porte que los moros llamaba Chipiona, donde edificó un castillo ». D. Alonso Pérez de Guzmán, que vivió en el reinado de Sancho IV, muerto en 1295 y en el de su hijo Fernando IV, poseyó en señorío entre otras «las poblaciones de Trebujena, Rota, Sanlúcar y Chipiona, levantando en ellas castillos para su defensa ».

A los pocos años de estar en posesión de ellas (en 13.03), casó a su hija Isabel con el Conde de Arcos, Don Hernán Pérez Ponce de León, descendiente de D. Juan Ponce de León, del mismo título y pasaron la villa de Chipiona, su castillo y la pequeña iglesia de Regla, entre otros bienes, a los Ponce de León. Sin embargo, no existe constancia documental ni arqueológica que permita relacionar estas informaciones con el edificio que hoy pretendemos rehabilitar. De hecho, tales noticias han sido tradicionalmente vinculadas con una fortificación emplazada en el lugar que hoy ocupa el Santuario de Nuestra Señora de Regla.

Cabe asegurar con seguridad que la fortaleza que ahora nos ocupa estaba en activo al comenzar el siglo XVI, según indica el ‘Inventario de los armas que se hallaban en el castillo de Chipiona’ fechado en Chipiona en 18 de enero de 1.507, que actualmente se encuentra en la sección Osuna del Archivo Histórico Nacional. Según la investigación del doctor Franco Silva, en esta fecha la fortificación estaba preparada para ta defensa, en tiempos de enorme inseguridad por los correrías que corsarios y piratas berberiscos realizaban por los costas del sur.

C2El Castillo jugaría un papel decisivo en esta defensa, a tenor de lo que se nos cuenta en estos párrafos en la Historia de Sanlúcar de Barrameda: « Por el año 1.529 arreciaron los ataques y saqueos de piratas moros y turcos por estas costas. Esta constante amenaza hacía que los toques a rebato estuviesen a la orden del día y que entre Sanlúcar, Chipiona y Rota se concertase un régimen de almenaras en 1527. Incluso asomó por nuestras costas el legendario pirata turcos Barbarroja. A fines de 1587 el séptimo Duque Don Alonso construía el baluarte del Espíritu Santo para defensa y seguridad de la Ribera y prevenir el peligro tanto de turcos como de corsarios ingleses y holandeses ».

Chipiona contaba entonces para su defensa con el Castillo y con el Santuario de Regla, verdadera iglesia -fortaleza. La importancia de la dotación militar en 1.577 era grande para la población existente entonces, 650 vecinos aproximadamente, y lo pequeño del pueblo, constaban de 1 capitán, 1 alférez, 1 sargento, 60 arcabuceros, 27 ballesteros, 3 piqueros, 6 hombres a caballo con lanzas y cuarenta personas más que trabajaban en el campo y que cuando el alcaide del Castillo los necesitaba hacía uso de ellos, en total unas ciento diez personas.

Parece ser que esta situación fue a menos poco a poco, y la dotación se fue reduciendo hasta no tener ninguna, tal vez porque los ataques enemigos dejaron de producirse y la vigilancia de la playa, la creyeron menos precisa, o porque los Duques de Medina Sidonia no podían costear estos soldados. Se estuvo durante bastante tiempo así, pero en los cartas dirigidas por el Cabildo de Chipiona al Duque en 1.595 y 1.651 solicitándole dotación de soldados para la defensa y vela del Castillo y de la villa demuestra que los ataques enemigos continuaban. En 1.772 se vuelve a pedir, esta vez al Gobernador de Sanlúcar, 6 soldados infantes y dos cabos, pues en el pueblo no existe guarnición y se sienten indefensos.

Cuando Carmona Bohórquez escribe su libro en 1.635 dice: « …tiene el pueblo su castillo con algunas piezas de bronce y hierro colado, y en lo alto su torre y campana de vela, donde todo el verano hay centinelas, y cuando es menester en el invierno salen sus rondas de a caballo a correr la posta y hay su guardia de soldados en la puerta de la mar y postas en varias partes de aquella marina, en habiendo nueva cierta de que los moros andan por aquel pasaje; que aunque son los de la dicha villa pocos en número, suplen por muchos en el ánimo, de que tienen hechas muchas demostraciones en grandes rebatos ».
No puede darse una descripción exacta del primitivo castillo, sólo se tiene idea de su estado anterior por dos cuadros al óleo de autores desconocidos, uno de ellos realizado en 1 .715 que se conservó hasta poco tiempo después de cerrarse el hotel, pero al quedar abandonado en su interior se fue deteriorando hasta el punto de estar hoy perdido. El otro, se conserva en la Ermita del Cristo de las Misericordias como recuerdo del famoso Maremoto de Lisboa del 1.755.

Según esta referencia, no tuvo ventanales altos, como no podía ser de otra manera dado el carácter de fortaleza del edificio, ni tampoco las construcciones que tiene actualmente adosadas en sus lados. Su base es un cuadrado de 87 metros y 473 de superficie, quedando su capacidad reducida a 338 metros cuadrados, descontando el grosor de sus muros que son de 1,80 m. aproximadamente. Su altura también es apreciable por sus antiguas almenas, que aún conserva (diferentes a las actuales con remate troncopiramidal).

Adosado al muro que enfrenta al mar tenía un pequeño fortín en el que estaba la entrada al castillo, situada en el lado del ángulo que forma éste con el muro y mirando al Norte. En el mismo lado y en línea vertical con el fortín está aún la torre, cuya campana de la vela tañía en señal en señal de arrebato cuando era necesario y de la cual quedan referencias muy curiosas en las actas del Cabildo de los años 1652 y 1684.

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Un registro de propiedades rústicas y urbanas de 1.760, fecha en que aún se conservaba en buen estado el Castillo, nos dice que « constaba de ocho pozas principales y cinco salas; que tuvo algunos techos de tejas, y que la subida a los adarves y torre se hacía por el interior de ésta ».

Del mismo modo se sabe que el terreno inmediato al lado derecho, « era la plaza de armas y ejido », y el lado opuesto era la actual calle Huerta, antes Capitán Cortés. Al otro lado « hallábase la batería, en el sitio de emplazamiento de la casa, que está inmediata y por su lado izquierdo. Constaba de tres piezas y en casos necesarios se aumentaba en otras dos ».Esta casa se construyó en 1878 por D. Juan de la Bastida propietario entonces del lugar de la batería dejando entre el Castillo y ella una servidumbre pública que daba paso a la playa por la barranca.

Tras peder su uso original, en 1893 se utilizó como cuartel de la Guardia Civil. El puesto de la Guardia Civil que estaba en Trebujena se trasladó a Chipiona instalándose interinamente en el Castillo, propiedad entonces de D. Bernardo Rica, mientras se arreglaba (según las actas del Ayuntamiento) la casa de D. Baldomero Fernández Ceballos.

El primer dato que tenemos sobre el uso del Castillo para uso hotelero es un acta capitular de 1.887, en la que D°. Manuela Fernández Salamanca de Bastida, pide se amillare una casa hotel «el Castillo » a su nombre, así como veinte áreas de terrenos donde estuvieron emplazadas las baterías.
Un año después la misma señora pide que le dejen amurallar sus terrenos hasta él «corral del Consejo » y además que le den un terreno común de vecinos de dicho corral.
En 1.902 D. José de la Bastida y Fernández cede al Ayuntamiento los terrenos que están entre el Castillo y la casa de D. Manuel Fernández Salamanca, para que en el plazo de un año hicieran una bajadilla para carruajes.

En 1.922 se le hizo una reparación al Castillo debido a la estancia en él durante cinco años de SS.AA.RR. Don Carlos de Borbón y D°. Luisa de Orleans. Dicha reparación costó 1372,95 pesetas, según las cuentas del Ayuntamiento.

María de las Mercedes de Borbón, madre del Rey Juan Carlos I, también residió en nuestro Castillo, en sus memorias del libro titulado Yo, María de Borbón, describe su estancia en Chipiona de esta forma: «Pero, donde de verdad lo pasábamos de maravilla era en Chipiona, que entonces era un sitio muy tranquilo, con una playa enorme y estupenda. Íbamos todos y vivíamos en un castillito que hay junto al mar. La playa estaba delante y, un poco más allá, los corrales famosos que se llenan cuando sube la marea y cuando se retira están llenos de pescados».

En 1.933 D. Antonio de la Bastida y Fernández pide al Ayuntamiento abrir una puerta en el cómo denominan «castillito Romano» en la fachada que da a la calle Nicolás Salmerón, actualmente Calle del Castillo.

En 1.945, el Sr. Carmanza pide cercar un terreno junto al Castillo, para lo cual le piden los títulos de propiedad.

A partir de la estancia de la familia real volvería a utilizarse como hotel hasta el año 1.990. Muchas personas mayores recuerdan aún cuando era regido por María Dolores Naval, Antonio Bueno Castellanos y por último a Manuel Monge Bueno, con quien se acabó la etapa como hotel del Castillo.

El día 26 de diciembre de 2.000 se firmó un convenio de permuta del Castillo por una parcela urbana, parcela nº 8 de la manzana 26 del Plan Parcial de la Laguna por el inmueble de propiedad municipal en la Laguna.

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 Fotografía: Manuel Jurado

 

 

 

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