Miércoles. Cinco de la tarde. El sol brilla con fuerza, una calma apacible inunda la plaza de la iglesia. Comienzan a aparecer las primeras personas que ansiosas y necesitadas se agolpan a las puertas de la casa parroquial esperando un halo de esperanza que alivie su difícil situación. Una vez dentro, se respira un aire frío e impaciente que poco a poco se va mezclando con la desesperación de todos los que allí se encuentran. Caritas comienza su labor.
Como cada semana, Antonio Jiménez, responsable de Cáritas de Chipiona, junto con sus voluntarios, es testigo de la pobreza que sufre una gran parte de la población, desconocida en su mayoría por el resto de los chipioneros. Facturas en mano, bolsas vacías y necesidad de vivir, son muchos de los testimonios que se depositan sobre la mesa. La caridad es en estos momentos el único sustento de miles de familias que están sufriendo los estragos de la situación económica que azota al país desde hace ya casi cinco años.
Necesidad. Hambre. Angustia. Ansiedad. Ahogo. Palabras llenas de desesperación son la realidad de muchas personas que viven el día a día con lo que Cáritas puede ofrecerle. Esta situación es el pan de cada día de los voluntarios de la asociación, que angustiados por la necesidad de estas familias, se muestran dispuestos a ayudar, a compartir ese peso y a hacerlo más llevadero. Estos voluntarios tienen vida propia, tienen familia y trabajo, necesidad de vivir, de reír, de querer… Pero son conscientes de la situación de muchas familias y por ello, dedican parte de su tiempo a ayudar a los demás.
La crisis que inunda la sociedad, ha generado que muchos de aquellos que pertenecían a la clase media-alta se hayan convertido en el llamado “nuevo pobre”, concepto que hasta hace poco era inusual. Personas que llevaban una vida normal de trabajo estable, con un sueldo para mantener a la familia y con proyectos de futuro se han visto asfixiados por la necesidad y a las puertas de la desesperación.
“Nunca hubiera imaginado que esto podía pasarme a mí”, son las primeras palabras que los voluntarios de Cáritas escuchan de las personas que se acercan al despacho. Según relata Antonio Jiménez, actualmente la situación les está desbordando, ya que la demanda ha ido creciendo en el último trimestre del año. La necesidad aumenta y cada vez son más las familias que comienzan a acudir semanalmente a la casa parroquial para que estos voluntarios alivien de alguna manera el hambre y las penurias.
La labor de Cáritas en el pueblo es mucho más de lo que los ciudadanos pueden conocer. No sólo se encargan de ofrecer alimentos, sino que detrás de cada familia necesitada hay unas circunstancias, que la asociación intenta solventar. Cáritas intenta proporcionar una asistencia integral, a través de grupos de ayuda o conociendo la situación que se vive en los hogares. La mayor parte de las ayudas de Cáritas se basan en la alimentación, sin embargo, en muchas ocasiones proporciona medicinas a aquellas personas que lo necesitan, se hace cargo de los comedores escolares de las familias que no pueden afrontarlo, atiende a transeúntes, costea parte de los suministros de luz y butano, etc. La mayoría de esta gente llega por iniciativa propia, pero también los hay enviados por los propios servicios sociales, que atascados por su trabajo, se ven desbordados por un fenómeno al que no han podido dar una solución, y que derivan en la asociación religiosa.
El ‘nuevo pobre’
“Hace dos años me ganaba muy bien la vida de autónomo en el campo, con mi invernadero, pero ahora no tengo nada. El campo se ha comido todo lo que tenía guardado, ya no tengo nada de dinero y necesito algo de comer para mis hijos”. Estas fueron las explicaciones que recibió Antonio Jiménez de un amigo suyo, que acudió a Cáritas. Como este amigo, son muchas las familias que se acercan a la casa parroquial, por primera vez, con el agua hasta el cuello.
Los voluntarios coinciden en la aparición de una nueva tendencia social que, si bien desde el inicio de la crisis se lleva produciendo, este año se está notando de una forma más directa. Se trata de familias de entre 20 y 40 años de clase media a las que la falta de trabajo les está cambiando la vida. Esta realidad se centra en unidades familiares que hasta el día de hoy se mantenían sin problemas, y que de repente se ven en la necesidad de pedir. Un perfil que se completa con jóvenes en situación de desempleo, parados de más de 45 años y mujeres solas con familiares a su cargo.
El trabajo de Cáritas es continuo, sin embargo la crisis y los recortes también ha llegado a ellos, como bien argumenta Antonio Jiménez, “en lo que va de año se han donado cuarenta toneladas de alimentos”. Por lo que para sostener y atender la emergencia social con la que se ha encontrado, la organización ha tenido que distribuir y administrar mejor las ayudas y reducir los focos de intervención.
Esta asociación tiene los ingresos prácticamente contados, ya que se alimenta únicamente de las aportaciones de los socios y de la colecta de la parroquia. Lo que se recauda el primer domingo de cada mes es destinado a Cáritas. También, en campañas puntuales como pueden ser la del quince de agosto, se realiza una colecta que va directamente a la asociación. Con estos fondos, la asociación sobrevive y da vida a un gran número de familias del pueblo que con la necesidad por razón, acuden a ella semanalmente.
Por parte de la asociación, Antonio Jiménez hace un llamamiento a la población para que se sensibilicen con los más necesitados, y entre ellos, vecinos de Chipiona. Emocionado comenta que “necesidades existe en todo el mundo, y en nuestro pueblo también”. Antonio ofrece a los ciudadanos la posibilidad de que colaboren con ellos. “Aquellos que sientan la necesidad de ayudar al prójimo pueden hacerlo acudiendo a la casa parroquial y colaborando con la asociación, o simplemente aquellas personas que quiera compartir su tiempo con los más necesitados no duden en hacerlo, las puertas permanecen abiertas para cualquier tipo de ayuda”.
Realmente, situaciones como las aquí narradas no son las vistas por televisión o lo que el vecino nos cuenta. Son situaciones de extrema necesidad que vive un gran número de familias de nuestro pueblo y que sin la labor de esta asociación no podrían continuar, ya que no reciben ayuda de ninguna clase. “Asuntos Sociales que en este caso, sería el organismo que tendría que responder ante estas situaciones, hace oídos sordos y deriva estos asuntos a Cáritas”. Y mientras tanto y tanto, existen personas que no entienden de burocracia y que lo único que pretenden es mantener a sus familias y poder seguir adelante con sus vidas.
Fotografía: Sergio Mellado Rodríguez