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Presos en la cárcel de Cádiz. Los sindicalistas de la CNT visitaron a sus compañeros tras los sucesos del 4 de abril de 1932. De pie en el centro, Manuel Pérez Fernández; sentado en el centro, Manuel Reyes Galafate; sentado a la izquierda, Domingo Caro Blanco.

Este incidente tuvo repercusión nacional, compareciendo el Ministro de la Gobernación, Santiago Casares Quiroga, en el Congreso de los Diputados.

El 4 de abril de 1932 se desarrolló en Chipiona una de las principales huelgas de las que tenemos constancia en nuestra localidad y que finalizó trágicamente con la muerte de dos vecinos. Las ansias de reformas sociales y laborales a las que aspiraban las clases más desfavorecidas durante los años de la Segunda República, desembocaron en algunas ocasiones en un enfrentamiento directo entre patronos y obreros.

En enero de 1932 los anarquistas del Alto Llobregat habían proclamada el comunismo libertario en aquella región durante varios días, siendo reprimidos de forma desmesurada por las autoridades republicanas, que deportaron a más de cien detenidos a Guinea.

En la provincia de Cádiz, a este hecho se le sumó el despido de varios trabajadores del Ayuntamiento de Jerez de la Frontera, afiliados a la CNT dentro del ramo de la construcción, lo que terminó de caldear los ánimos entre los anarquistas gaditanos.
A finales de marzo el sindicato cenetista de Jerez decidió convocar una huelga, a la que por solidaridad se sumaron los compañeros de varias poblaciones de la provincia, como Sanlúcar, Bornos, Arcos o Chipiona.
En nuestra localidad la huelga se desarrolló de forma trágica, encontrando la muerte dos de los manifestantes:Fernando Reyes Flores y Antonio Sánchez Moreno. La versión oficial relata los hechos de la siguiente manera:

 “Un grupo de más de 300 individuos se manifestaron en actitud levantisca por las calles de Chipiona obligando a que el comercio cerrara sus puertas. Tiraron piedras contra casas y comercios y asaltaron el Ayuntamiento encerrando al alcalde. El edil desde su encierro, llamó a la guardia civil mientras continuaba la manifestación por las calles. Al tiempo los manifestantes intentaron asaltar el cuartel de carabineros. De arma de fuego resultaron muertos dos obreros y heridos dos guardias civiles, uno de una pedrada y otro de un botellazo. La fuerza tuvo que disparar, logrando restablecer la tranquilidad. Como el general de la guardia civil Cabanellas estaba en Jerez, se trasladó a Chipiona. El movimiento social que afecta a la provincia se inició precisamente dos días antes en Jerez hacia donde salieron dos compañías del Regimiento de Infantería número 27”. (Diario de Cádiz 6 de abril). 

Este incidente tuvo repercusión nacional, compareciendo el Ministro de Gobernación Santiago Casares Quiroga, en el Congreso de los Diputados para explicar lo sucedido en la provincia de Cádiz y en particular en Chipiona. Las investigaciones sobre los acontecimientos motivaron a que el siete de abril ingresaran en la cárcel provincial de Cádiz el presidente del sindicato local “Nuevo Horizonte”  adscrito a la CNT y un concejal del Partido Socialista, acusados de declarar la huelga y de ir al frente de la manifestación que intentó asaltar el cuartel de carabineros.

La versión no oficial de los hechos contradice a la dada por las autoridades, argumentando que la manifestación transcurría de forma pacífica hasta que un guardia rural que estaba fuera de servicio, abrió fuego contra los manifestantes. El trágico incidente fue recogido, también, por el poeta y político chipionero José María Miranda de Sardi, que compuso al efecto un poema en el diario de Tarifa Vox Populi:

 

«Hoy ha sido en Chipiona, mi pueblo amado,
el que de sangre obrera pagó el tributo;
las calles de la villa se han entintado; 

los obreros se visten de negro luto.
Eran dos niños, casi, los que encontraron
bajo el sol abrileño trágica muerte;
niños que de ideales se embriagaron
amando a la justicia con amor fuerte.
Tal vez por eso mismo les atacara
con su saña incomprensible la fuerza pública
pues los mejores tiros que ésta dispara,
son para los amantes de la república.
Esto lo sabe el pueblo, lo sabe Azaña;
los tiranos lo aplauden con entusiasmo
es sistema empleado por toda España
con una contumacia que causa pasmo.
La sangre de la clase trabajadora
va tiñendo las calles del pueblo ibero;
Arnedo, Castilblanco, Chipiona ahora…
¡Siempre caen los de abajo….siempre el obrero!»
.

Fotografía: archivo personal de Antonio Reyes.

 

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