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Quisco y Curro posan felices en la fachada de su casa. El suyo es el reconocimiento a una trayectoria plagada de superación, ingenio y constancia.

Más que padre e hijo, parecen compadres. Dos buenos amigos con un sentimiento común por la vida que une más que la sangre. Curro y Quisco escriben juntos una página inolvidable del Carnaval chipionero y de su Cabalgata, que este año hace honor a sus méritos con el nombramiento de Carnavaleros 2013.

Fue 1993 el único año en que Francisco Reyes Lorenzo -Curro- no se puso un disfraz. Había fallecido su padre. Desde entonces no ha faltado ni una sola vez en su cita anual con la fiesta del humor más sagrado y más difícil de profesar: el de reírse de uno mismo. Pero su participación en el Carnaval de Chipiona, que se remonta a cuando siendo adolescentes esquivaba a los guardias civiles en el Barrio que hacían la vista gorda, no se entiende sin la compañía de su hijo Francisco Reyes Sánchez, Quisco. Juntos han escrito páginas inolvidables en la Cabalgata, tanto en su faceta colectiva como en la individual con tipos que quedarán para siempre en el ideario carnavalesco, como la mujer de la vida y su chulo, el homenaje al mar, o el desahuciado a punto de suicidarse con el que fueron unos auténticos visionarios de lo que estaba por llegar. Una visión sarcástica de la realidad, no exenta de humor negro, con la que se han ganado por méritos propios un papel insustituible en el gran desfile.

Quisco en una mirada atenta a su padre Curro.

Quisco en una atenta mirada a su padre.

“Los tipos casi siempre se le ocurren a él”. Curro señala con un gesto a su hijo Quisco que, sentado al otro lado de la mesa, no para de sonreír. A duras penas vence la timidez ante la visita, pero no oculta su ilusión cuando llega cargado con álbumes de fotos que se esparcen sobre la mesa y en las que no faltan las instantáneas con José Mercé “que es como de la familia” y con Rocío Jurado, “que me reñía porque nunca iba a verla”. Más de veinte, y de treinta años de vida carnavalera en fotografías que Curro, desde la sapiencia del hombre curtido en el campo, repasa sin nostalgia alguna, sino con la vista puesta en el próximo desfile. “El Carnaval siempre ha sido mi vida. Antes era todo más familiar… se dejaba todo para última hora, los disfraces se apañaban en las casas de los vecinos, con cualquier cosa. Ahora es distinto. Entre los individuales nos llevamos muy bien, pero entre los grupos hay más competencia. Y eso es bueno, pero siempre con amistad”.

Ahora ellos mismos también emplean más tiempo en prepararse. “En el mismo momento que sacamos el tipo a la calle ya estamos pensando en el del año siguiente. Además de la familia, tenemos a mucha gente que nos ayuda, cada uno con una cosa.  ‘El ratón’, Dani, Antonio…y la familia, claro”. Acompañantes incondicionales del pregonero, sea quien sea, presentes en cada cita del calendario carnavalesco, Curro y Quisco representan la humildad de una fiesta que nace y se hace desde el pueblo, alejados de los focos y los elogios. Para los Carnavaleros 2013 no hay mayor reconocimiento institucional que el que el pueblo les viene otorgando año tras año. “El mejor premio que podemos lograr es el aplauso de la calle. Claro que es una satisfacción y un orgullo representar el Carnaval. Pero por ejemplo, ‘En la esquinita te espero’ consiguió el tercer premio, y fue el que más le gustó a la gente. Y al final eso es lo más importante”.

Foto: Curro Rodríguez

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