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Diego Díaz, con semblante serio y cigarrillo en mano, responde con sinceridad a las preguntas. Sin ambigüedades, sin rodeos. De manera clara y verdadera.

 

 

Es un hombre creativo y con dotes de mando. Diego fue miembro fundador y director de la añorada agrupación de `Los Pollos´, dejó la cabalgata y ahora se ha labrado un nombre como artesano del Carnaval en Cádiz. Se ha llevado muchos reconocimientos y algún que otro `cajonazo´, pero reconoce que le sigue picando el gusanillo de la cabalgata. Por el momento, se limita a hacer profesión de lo que siempre fue su devoción: el Carnaval. Su chirigota le sigue permitiendo, en dos o tres días de calle, disfrutar al máximo de la fiesta.

¿Cuáles fueron tus primeros pasos en el Carnaval?

Yo me inicié en el año ´85 con `Los Pollos´. Empezamos en un piso que tenía una tía mía en el centro, que era donde nos reuníamos. Éramos un grupo de amigos, pero con inquietudes. Cuando nos dimos cuenta teníamos un grupo de más de cien personas, pero al principio estábamos los de la pandilla.

¿Quiénes eran los cabecillas de aquel grupo?

Además de un servidor, estaban Juan Carlos Sáenz -que siempre fue mi mano derecha- Manolo Valdés, el `Tajona´, el `Dele´… Mucha gente de la pandilla. Yo daba la idea y si gustaba iba para adelante. Por suerte, solía gustar, la verdad.

Y `Los Pollos´ siguen siendo hoy un grupo muy reconocido.

Pues sí, como reconocimientos tenemos creo que catorce primeros premios, dos segundos y un quinto. Algo así, casi he perdido la cuenta. Pero el reconocimiento de la gente es grande.

¿Duelen mucho los `cajonazos´?

El más gordo para nosotros fue el de El arte de lo imposible (cuando íbamos de cuadros). Para mí, teníamos que haber sido primeros. Los `cajonazos´ duelen en el momento, sobre todo porque la gente te calienta. Después no tanto, pero sabes que para la historia quedará el puesto final que te asigne el jurado.

¿Qué opinas de los jurados de la cabalgata?

Me gustaría que fueran más profesionales, yo siempre he abogado por eso. Pero es muy difícil, me consta. Últimamente se ha intentado, pero eso tampoco implica necesariamente que sea mejor. Al final los jurados siempre son manipulables. Un miembro del jurado puede en un momento dado cargarse a quien quiera por la forma de puntuar.

¿Te consideras artista o artesano?

Me considero artesano a la hora de elaborar las cosas. Artista me puedo sentir en el momento de la creación, pero si mereces la categoría de artista o artesano lo tiene que decir la gente también. No lo sé.

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Uno de los trabajos que mayor repercusión tuvo de los realizados por Diego fue el de la chirigota `Los que van por derecho´, de Vera Luque.

¿Te plantearías volver a la cabalgata?

Me lo he planteado muchas veces. Pero ya estoy metido en una vorágine diaria de familia y trabajo que es muy complicado. Tendría que tener un grupo muy fuerte y que me respaldara mucho. Me gustaría que mi hija viviera una cabalgata conmigo, volver a salir con ella, pero no sé cuando. El año pasado hicimos un amago, pero vimos que era una locura y que no podíamos.

¿Qué fue lo que te hizo dejarla?

Yo dejé la cabalgata porque ya no me divertía. Teníamos una idea de grupo y unos lazos de amistad que luego se fueron desbordando, éramos mucha gente. El nacimiento de mi hijo Curro fue ya lo que me hizo decidirme del todo. Vas teniendo otras prioridades.

Cuando dejas la cabalgata empiezas a centrarte en la elaboración de tipos para agrupaciones.

Pues sí, el Carnaval empezó como una afición y se convirtió en una profesión. La primera vez que yo llevé un grupo al Falla (se refiere al diseño del tipo y la puesta en escena) fue con Manolo Guardia el año de `Mundo de Sorpresas´. En Cádiz gustó aquello. Después he ido con la comparsa de Chipiona `Madretierra´ y con distintos grupos de Cádiz. La chirigota `La PASMA´, de Juan Carlos Aragón y el Morera y la comparsa de Sanlúcar `Nunca Jamás´ fueron buenos trabajos. Pero lo máximo fue lograr el primer premio con `Los que van por derecho´, de Vera Luque. El momento del veredicto del jurado lo vivimos con la chirigota en la Peña Fletilla en Cádiz y fue una explosión de locura. Eso no olvidaré nunca.

¿Qué dificultades plantea elaborar un tipo para un teatro que luego tenga que verse en la calle?

Para mí es más fácil preparar el tipo para un teatro. Puedes jugar con las luces, la puesta en escena y el atrezzo. En la calle eso se pierde. Yo cuando pienso un tipo lo hago pensando en el cerca para que en la calle el tipo no pierda su esencia. Pero si es verdad que hay cosas que en la calle no se pueden hacer.

También has participado en pregones.

Sí, el último que hicimos fue el de Marcos García el año pasado. El primero, recuerdo que fue el de Andrés Gómez de la Torre y luego también el de Manolo Guardia que llevaba unos cambios muy interesantes. Por supuesto, el de José Manuel Zarazaga `el Popo´, para mí fue magnífico, un honor trabajar con él y un pregón muy difícil de superar.

¿Te gustaría ser pregonero algún día?

Me lo han propuesto. Y he dicho `no´ al pregón varias veces. Lo veo una gran responsabilidad. Espero decir `sí´ más adelante. Entonces me volcaré de una manera que ahora mismo no puedo.

Entonces lo tienes en la cabeza…

A lo mejor si me lo ofrecen otra vez me lo pienso mejor, pero mi pregón no sería un pregón literario. Yo haría un pregón más visual. Ya un pregón no es una persona en un atril leyendo. Hay que buscar sorprender. A mí en la cabalgata, el concepto básico que me ha movido ha sido el de sorprender. Y ahora hay que buscar sorprender de otras formas. No todo está inventado.

La cabalgata de Chipiona es muy digna, ¿pero está dignificada?

Es  muy digna y me encanta porque sé lo que cuesta. Pero está muy dejada. La cabalgata de Chipiona siempre ha sido `la tonta´ del Carnaval pese a ser el acto más importante. La gente invierte su tiempo y su dinero y no se facilitan las cosas para hacer el trabajo. No es digno que se trabaje en naves sin luz, por ejemplo. Y la cabalgata es un acto que genera muchos ingresos. Yo diría que, de cara al exterior, la cabalgata de Chipiona es el Carnaval de Chipiona.

Y pasan los años, y el listón se mantiene.

Hay una serie de grupos que llevan muchos años a un nivel muy alto. Algunos desde que empezaron. Y siguen ahí siendo los mejores. De los que empiezan, algunos también hacen cosas interesantes. Pero hay que currar mucho para estar al nivel de los grandes.

¿Cómo vives ahora el Carnaval con tu chirigota?

Desde que Juan Carlos y Nico dieron el pregón en la Peña Peñita y sacamos `Los Supermani´, la chirigota para mí es una terapia. Ese es mi carnaval. Cuando llega el momento de salir a la calle es cuando mejor me lo paso. Ir al teatro Falla es un orgullo, pero también es un trabajo, sobre todo cuando has ido varias veces y ves que llegas a las cuatro de la mañana. En cambio, la chirigota para mí es la leche.

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Diego Díaz emitió sus particulares juicios carnavalescos con esta peluca de magistrado que lució el primer premio de chirigotas del COAC en 2010.

Fotografía: Curro Rodríguez

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