Gloria Arroyo es una joven estudiante de Bellas Artes. Está aún en su segundo año de carrera, pero avanza con paso firme y decidido en sus estudios y también en su puesta en marcha de proyectos. «Me va bien, esta carrera es un poco vocacional pero hay una parte práctica que tienes que entrenarla. Aunque seas bueno, necesitas que haya personas que te enseñen a manejar la técnica y te muestren partes del arte que no conoces». Su primera exposición, concluyó esta semana en el Chusco. «Antes había hecho alguna colectiva en la Universidad, pero mía propia esta es la primera. Y tengo que decir que para ser la primera no me puedo quejar, ha estado bastante bien».
El lugar elegido para su puesta de largo como pintora en la localidad de cara al público ha sido la emblemática taberna El Chusco. Todo el que se inicia en el arte debe pasar por aquí. «Es un lugar con solera que mucha gente conoce y luego también tenemos que poner de nuestra parte con carteles y dando publicidad a la exposición para que venga también gente que no conoce el lugar. Aunque ya estamos a principio de verano, la mayoría del público que ha visitado la exposición ha sido del pueblo».
La temática de su primera exposición, titulada El sueño de la razón, ha estado muy influenciada por la pintura de Goya. «Yo tengo mis referentes y uno de ellos es Goya, que he utilizado como leitmotiv de esta exposición. Sobre todo en la temática. En cuanto a la técnica no me puedo encasillar en ninguna». También, como sugiere el propio título de la muestra, Gloria siente fascinación por las ensoñaciones y fantasías más recónditas del ser humano. «Lo que más me llama la atención es lo onírico», reconoce. Tampoco renuncia a abordar temas locales, pero lo hace con aires nuevos. «En cuanto a tema local, en esta exposición sí que está el faro, pero es una ilustración abstracta. A veces me puedo valer de las fotografías, pero no me refugio en ellas. Siempre intento darle mi propia visión. Soy muy nueva aún y aunque no me molesta en absoluto el tipo de pintura que aquí se hace, busco cosas diferentes».
Gloria Arroyo a sus veinte años se inicia en el complicado pero cautivador mundo del arte buscándose a sí misma y encontrándose. Tal vez uno nunca deja de descubrirse. De redescubrirse, de volverse a inventar aún creyendo que ya estaba inventado. En esas está Gloria, a la que se le atisba un futuro prometedor. Inquieta y entusiasta, pronto volverá a los libros, a los pinceles, a su estudio, a las témperas, los trazos y los papeles destartalados. «La carrera te abre la mente, te da otra forma de pensar, pero tu camino lo acabas marcando tú».
(Gloria Arroyo, El sueño de la razón. Chipiona, 2014).