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Habla rápido, desmadejándose, como quien no quiere dejar nada por detrás de lo que tiene que contar, que es mucho.  Polimorfo, libre, sincero, polémico, versátil, altruista, europeísta, insobornable, quijote y siempre genial, Julio Ceballos es el artista chipionero con más reconocimiento fuera de nuestras fronteras. Es miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría y lleva mucho tiempo luchando por hacer en Chipiona un centro internacional de la música de primer orden. Entre pinturas murales sin terminar, libros amontonados, pinceles, bocetos y esculturas de dioses clásicos en miniatura,  el fénix de la pintura chipionera nos recibe en su estudio, una antigua casa solariega en el corazón de la Chipiona vieja.
 

¿Cómo se definiría a sí mismo?
Como un artista nacido en Chipiona que ha trabajado durante mucho tiempo de manera altruista.

Aunque nacido en Chipiona, tiene usted sangre cántabra.
Mi padre era de Santander y mi madre chipionera, pero yo me considero cien por cien de Chipiona, que es el pueblo de mi nacimiento. Mi familia de Santander es de las más antiguas que hay aquí en Chipiona, porque pusieron una casa de postas, que en varias generaciones no han dejado de desprenderse de aquello. Cuando voy allí a Santander, hablo bien de aquí y aquí hablo bien de allí.

¿Qué tiene de único su pintura, de distintivo?
Es una pintura figurativa y de vanguardia. El que tiene otro estilo dentro del que se lleva, puede ser el último de vanguardia pero está metido en un “-ismo” (un expresionismo, un surrealismo…). Pero yo no estoy en ningún “-ismo”. Yo hago pintura de vanguardia y mi género es ecléctico. Figurativo, pero de concepto abstracto. Yo no pinto un cuadro “de caballos”, sino “con caballos”. Pinto los caballos y los alargo y los expreso como me da la gana. Dentro de mi eclecticismo, sí me acerco un poco más al expresionismo.4 (1)

¿Aprovechan algunos el concepto de vanguardia para meter ahí cualquier cosa?
Hombre, claro. Pero eso se nota. Los que pintamos notamos cuando hay camelo y cuando no. Hay personas que no saben hacer crítica y se callan para no meter la pata. Aceptan todo lo que venga de nuevo y eso es una parte un poquito falsa.

Una de sus facetas principales es la de crítico de arte.
Sí, yo he hecho descubrimientos artísticos de primer orden. Los últimos están enmarcados dentro de la Real Academia de las Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, de la cual soy miembro. Esto es algo que está dentro de los estudios superiores de investigación científica y que puede venir ya en todos los tratados. Además que lo mío es dogma de fe.

En Chipiona hizo usted una interesante averiguación sobre la Virgen de la Rosa.
Tenemos la suerte de tener esa virgencita aquí en Chipiona, yo la considero como una joya de Pedro Millán. Porque gran parte se malogró al derrumbarse las esculturas del cimborrio de la catedral de Sevilla al poco tiempo de hacerla. La virgen de la Rosa es de terracota y se ha mantenido así desde época de Diego de Riaño, que fue el que hizo la parte renacentista.

¿Considera usted que está la pintura local demasiado encasillada?
Muchas veces me han dicho que haga crítica de los pintores de mi pueblo y yo me niego a ello. No quiero malograr a ninguno. No podría hacer una crítica verdadera. Gente que pinta hay mucha, pero pintores hay menos. Todo lo que se hace bajo un ejercicio se puede llegar a hacer bien porque, en ese sentido, pintar es un oficio. Pero no es lo mismo hacer bien ese oficio de artesano, que hacer buena pintura. Y no quiero con esto decir que la pintura realista sea menos buena que otra. La verdadera creación lo mismo cabe en una cosa muy realista que en otra muy desdibujada o abstracta. Dalí hacía cuadros realistas, pero tenían su sello. Tenían duende. Y eso es lo importante.
Usted dice que toda la pintura es abstracta.
Todo arte es abstracto. Pero dentro de lo abstracto hay varios estratos. Hay que tener forma y también fondo. Lo mío es de forma figurativa y de fondo abstracto. Se puede ser pura abstracción también en forma y fondo. Sin figuración ninguna o desdibujando. Y esto es fundamental. Hay que saber desdibujar. No es lo mismo desdibujar que no saber pintar.

¿Qué aliciente tiene para usted a día de hoy la pintura?
Para mí es un desahogo. A lo largo de mi vida he estado haciendo muchas cosas y nunca he tenido la suerte de un reconocimiento. Pero claro, no me corresponde a mí decir que soy muy bueno, o mejor que otro. La gente del pueblo sí que me ha valorado y me ha apreciado siempre. No así las instituciones.

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Decíamos, que la pintura es, para usted, un desahogo. Pero la pintura, a veces, ¿le genera cierta inquietud? ¿cierta incertidumbre? ¿cuando usted se enfrenta a un lienzo en blanco, sabe ya lo que quiere pintar?
Yo en cada cosa que pinto hago una composición, que es lo más difícil. Es lo que más y mejor domino, y eso es lo que menos han dominado los pintores, incluso los genios. Pero claro, no me corresponde a mí decir que soy muy bueno, o mejor que otro.

Pintor, amante de la música… ¿se considera usted, en este sentido, un hombre del Renacimiento, con amor por todas las artes?
Sí, eso me dicen. Lo mío es un empuje. Yo, como estaba, haciendo lo mío y vendiendo, y exponiendo, sin meterme en estos jaleos a favor del pueblo, hubiese vivido feliz. Con dinero, con mi pintura…pero todo lo he empleado por este empuje. Me dicen “¡anda, deja de meterte en estas cosas!”. Pero no, es que es una fuerza innata, que no solamente me empuja a pintar, sino a crear, a escribir…hay alguna gente a la que le gusta más cómo escribo que cómo pinto.

Poca gente sabe que usted escribe también.
No, ya lo sabe alguna gente. Además de mis investigaciones también escribo poemas y cosas que se han publicado. Lo que pasa es que destaco más en la pintura, pero ya te digo, todas estas cosas que hago, no me pueden decir “¡no te metas en más cosas!”. No, esto es un impulso vital. Mi metafísica me empuja a obrar.

En una sociedad tan especializada como la que vivimos ahora, ¿tiene sentido ese artista multidisciplinar? ¿tiene hueco?
No es una búsqueda, sino que es una cosa consustancial a uno. Yo podía haber cogido una faceta nada más, y pintar y vender, pero no. A mí me empujan muchas cosas, y yo no lo puedo evitar.

Usted ha dicho que si se hubiera dedicado sólo a la pintura, no hubiera sido más feliz, pero sí que hubiese tenido menos problemas y hubiera podido vivir bien. Esto es curioso en un momento en el que se dice que vivir del arte es complicado.
Pues muchas veces alguien no puede ganar dinero con el arte, o por que no sabe el camino, no tiene ese carisma, o por que no encuentran eco… pero sí se vive, claro, del arte, y muy bien. Pero claro, hay que saber, por que todos no tienen el arte para vender. Ni para que lo comprendan. Uno desarrolla lo que tiene. Hay personas también que siendo menos artistas saben de negocios y se defienden mejor en el mercado. Eso es así.

¿Le gustan esas performances que se hacen de música y pintura en directo?
No sé, yo nunca lo he hecho. Dudo un poco de las cosas tan espontáneas y rápidas. Claro que hay personas que pueden tener ese don.

Julio, la lucha por Juventudes Musicales es algo que le cuesta el dinero a usted personalmente.
Sí, pero eso no me importa tanto como lo que me han hecho últimamente, que vengan estos individuos y me estén pisoteando y destruyendo como están destruyendo los pabellones del Sanatorio. Y son torpes los de aquí, del Ayuntamiento, porque a mí me pueden escoger para criticar lo que está haciendo la Junta de Andalucía pero es que en Chipiona nos autodestruimos nosotros mismos. Es el pueblo más autodestructivo que existe, a pesar de lo que me aprecian las gentes sencillas.

¿Aún estamos a tiempo, Julio, de hacer el centro internacional de la música?
Yo no pierdo nunca la esperanza. Y ustedes han visto que están estropeando los pabellones (del Sanatorio): le han quitado la fachada principal, las bóvedas que tenían, se ha tapado la puerta principal… están haciendo perrerías.

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¿Cree que en los tiempos que corren es viable hacer este proyecto? ¿qué diría usted para convencer a alguien de hacer esta inversión?
Sí, se puede hacer, claro. Chipiona es el lugar más bello que tiene Andalucía en la costa. Yo conocí muy bien lo que era aquel lugar en todo su esplendor. Las dunas eran maravillosas, las retamas, desde aquí a Punta Candor, eran una primavera continua, con un microclima particular, de espaldas al norte, y los pabellones estaban limpios, cuidados. Si se hiciera la ciudad musical aquí, con el auditorio del que tengo el proyecto guardado, sería un referente. Mi intención era que se hicieran viviendas especiales para los músicos de gran importancia que vinieran de Europa. Si aquí viniesen Barenboim, o quien fuese, y los pusiéramos, en estos 27 grados que tenemos ahora, a tocar viendo estas puestas de sol que tenemos justo en frente de nuestra costa…los grandes músicos estarían peregrinando constantemente a Chipiona. ¿Y sabes lo que significa hacer una ciudad musical en Chipiona? Redimiría todo el desastre que han hecho de Chipiona, que estaba a la cabeza del turismo y la han puesto a la cola. El veraneo que viene aquí es de lo más ordinario que existe en Andalucía.

¿Por qué cree usted que ha caído tan bajo el turismo y también la cultura en Chipiona?
Por culpa del Ayuntamiento. Queriendo o sin querer. Las casas que estaban, cuando las familias crecen, de los Pinkman y las grandes familias, se han convertido en bloques que impiden ver el mar desde cualquier parte del pueblo.

¿A qué lugares ha viajado usted buscando el buen arte y la buena música?
Europa en general. Yo soy ante todo europeo mil por cien. Tenemos que abrirnos a la cultura europea. La música clásica y la orquesta es netamente europea, y eso es lo que yo quería traer aquí.

¿En qué situación está Julio Ceballos actualmente en relación a Juventudes Musicales?
Yo soy el presidente, el mismo de siempre. Aquí han querido meterse una serie de personas pero yo les he dicho: “por aquí se entra y por aquí se sale”.

Cuando lucha por algo, parece que no tuviera miedo a nada.
No he tenido miedo, pero sí angustia. Yo soy valiente, pero sensible. Esto me hace daño. Muchas veces no pienso ni leo lo que dicen los demás, porque tengo que velar por mi salud. Estoy harto de caer y levantarme. Siempre digo que el que cae y se levanta es muy superior al que no se ha caído nunca, por supuesto. Puedo perder mil batallas, pero nunca perderé la dignidad.

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Texto: Antonio Valderrama y Cristóbal Santos.
Fotografía: Curro Rodríguez Sánchez.

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