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Por Andrés Linares

 

Basado en un relato de Once Minutos, Paulo Coelho

María, una prostitua del Copacabana, quien modificó para siempre su actitud ante sí misma y ante la vida. También algunos de sus clientes especiales que quisieron abrir los ojos.

“Odio lo que hago. Está destruyendo mi alma, haciéndome perder el contacto conmigo misma, enseñándome día tras día, momento tras momento que el dolor es una recompensa de aprendizaje puro, que el dinero lo compra todo, que lo justifica todo”. O eso creía.

“Nadie es feliz a mi alrededor; los clientes saben que tienen que pagar por aquello que deberían tener gratis, y eso es deprimente. Las mujeres saben que tienen que vender aquello que les gustaría entregar simplemente por cariño, y eso es destructivo. He luchado mucho antes de escribir esto, de aceptar ser infeliz, que estaba descontenta, que tenía y aún tengo que resistir algún tiempo más”. Pero me he dado cuenta que lo he comprendido. Ahora sé cual es el camino a seguir.

“Sin embargo, ya no puedo seguir así, fingir que todo es normal, que es un período, una época de mi vida. No me voy a engañar más”. No quiero más roles, solo ser yo, tal y como soy. Quiero olvidar, necesito amar, solo eso, amar. “La vida es corta, o demasiado larga para que yo pueda permitirme el lujo de vivirla tan mal. Quiero y voy a recuperarme”.

¿Y cómo alcanzar la perfecta unión entre cuerpo y mente? ¿Conformismo? Al menos, no nos engañemos. Si seguimos ese camino de mentiras, de no ser realmente quienes somos, jamás nos encontraremos. Jamás seremos felices.

Reflexiónalo. Este relato puede servirte sin que seas la prostituta ni el cliente del Copacabana.

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