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Esta entrevista fue realizada en julio de 2001 en el marco de los Cursos de Verano de El Escorial, que anualmente convoca la Universidad Complutense de Madrid. El prestigioso director de cine, cuyas películas se caracterizaron por su tono canalla con un enfoque crítico y anárquico, falleció el pasado 13 de noviembre de 2010 a los 89 años de edad.

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Con 81 años ya superados el director de cine Luis García Berlanga contempla la historia de España con la cabeza aún muy bien amueblada. Aún no ha perdido su fina ironía, su pertinaz provocación, la pasión por lo erótico y sus ideas libertarias. Este colaborador tuvo la oportunidad de hablar en los cursos de verano de El Escorial con esta leyenda viva del cine español y que tiene en su haber obras cinematográficas tan importantes como El Verdugo, Patrimonio Nacional o Bienvenido Mister Marshall. Precisamente la primera cuestión que abordamos gira en torno a esta última película.

¿Por qué utilizó usted en Bienvenido Mister Marshall el recurso de la copla?

En la película se cantan cinco canciones pero a mí no me contratan para hacer una película de lo que yo quisiera sino para una folklórica. Gracias a eso no tuve más censura que una, dos planos, y que por una vez he coincidido que tenían toda la razón del mundo.

¿En qué consistía?

Eran dos primeros planos en los que aparecían dos habitantes de Guadalix de la Sierra (Villar del Río en la película), en el momento que decía el alcalde “vosotros que soy inteligentes y despejados…” Era vergonzoso y yo que me creo libertario hubiera sido una cabronada dejarlo.

¿Es la copla franquista?

A pesar de ser sobrino nieto del maestro Chapí, pariente de Rodrigo y haber tenido un hijo mío músico, Carlos Berlanga, yo no he sabido nunca música. La película no la hice con interés musical. No sé si la copla era franquista o no. A mí la copla me importaba un carajo y además me cabrea mucho más porque las” Coplillas de las divisas” ha dejado mucho dinero a la Sociedad General de Autores pero para mí y Bardem, que hicimos el guión, no hubo ni una perra. Odio a la canción. No tengo admiración por la música. Lo de la copla, que sea franquista, miliciana o republicana, no soy entendido. En fin, creo que no. La copla tiene una tradición muy antigua.

El cojo que aparece en la película al final de la comitiva. ¿Vive, era cojo de verdad?

Es un invento mío. Yo organicé la caravana de los que cantaban. Y se me ocurrió que cerrase un cojo. Era uno de los eléctricos y le dije que se pusiera allí. Lo hubo de hacer muy bien cuando todo el mundo ha creído que era cojo de verdad. Y si vive lo puedo preguntar.

berlanga dibujo¿Por qué la gente se muere en las películas falseándolo?

No sólo la muerte, incluso las bodas. Yo en El Verdugo saqué mi boda.Yo en realidad pedí una boda barata y cuando entré con mi mujer estaba todo escondido y conforme avanzamos nos iban levantando la alfombra, quitando las guirnaldas y la música. Las películas están llenas de hechos reales vividos por nosotros.

¿Cómo consiguió pasar la censura una película como El Verdugo?

Cuando fue a Venecia ya tenía 6 minutos de corte y cuando volvió de Venecia también la cortaron. Luego se ha recuperado el material en Alcalá de Henares.

¿Qué otras cosas le han pasado con la censura?

Yo hice una película de sketch en Francia con René Clair, “Las cuatro verdades”. Mi parte era las peripecias del organillero en Madrid con Hardy Kruger. Un censor me contó lo que pasó. Él leía el guión y los demás de la censura lo aprobaban o no. Era un primer plano, vista general de la Gran Vía madrileña. Iba a pasar la hoja cuando le dijeron ¡un momento¡. Es que un plano general de la Gran Vía en cualquier director no tiene importancia pero con Berlanga quién no dice que pone a tres obispos saliendo de Pasapoga… Si lo llego a saber a tiempo meto a los obispos y pago los derechos de censura.

¿Cómo era su relación con Pepe Isbert?

Hasta fallecer fue el actor de todas mis películas, pero la cosa empezó mal al principio. En mi primera película, Bienvenido Mister Marshall, hubo una rebelión de todo el equipo de actores y técnicos capitaneados por Isbert. Iban todos los días a los productores a ver si echaban a ese niño pijo. Yo fui el primero que salió de la Escuela de Cine y dirigí. Considero que tenían razón porque en la Escuela no se aprende todo. Pero los productores no llegaron a echarme. Sólo me defendieron Elvira Quintillá y Félix Fernández. Con el operador, Manolo Berenguer, estuve a punto de llegar a las manos.

¿Cómo dirige usted a los actores?

Tengo fama de no dirigir. Lo mejor que puedo hacer es no dirigir. No les hago el mínimo caso, todos los actores tienen sus tics personales. Yo lo único que dirijo es la colección “La sonrisa vertical” (Tusquets) y me da igual llamarla pornografía que erotismo, en eso confieso mi pasión desde siempre.

¿Cómo termina un anarquista enrolado en la División Azul?

Mi padre, que era republicano de Martínez Barrio, estuvo condenado a muerte. Lo liberó de la pena el padre de Luis Ciges que fue gobernador en Ávila y Segovia. Mi abuelo fue diputado con Sagasta. Yo tenía una situación personal con 17 años en la que me sentía siempre afecto por falangistas y anarquistas. Fíjate, nadie podía creer que en los años 40 había una tertulia así en Valencia, dos falangistas, dos anarquistas y yo que coqueteaba con los dos. Yo sólo logré de la División Azul que aprobase el examen de Estado que llevaba dos años y entrar gratis en el Club de Tenis de Valencia.

¿Qué recuerdos tiene de la División Azul?

Los 52 grados bajo cero en Rusia. En la llegada al frente fui el primero en la División Azul en tener piojos. En verdad no tenía miedo a los rusos. Aunque quizás por la influencia del cine temía que apareciese Drácula. No entré en la División por la dinámica de las bombas y los tiros, no he visto morir a nadie en la guerra ni en mi vida, es curioso.

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