El día de la Virgen de Regla es siempre especial. Para el chipionero significa el inicio de un ciclo y el comienzo de otro. Es momento de hacer balance del verano -del año si me apuran- y sirve para reencontrarse con familiares y amigos. Pero más allá de eso, es una festividad con la que se culmina la temporada turística, el punto álgido de la campaña de verano que comienza a partir de ese momento a decaer cuantitativamente -que no cualitativamente-. Cientos de miles de visitantes abarrotaron las calles chipioneras. Una vez más, la plaza del Santuario estuvo repleta de devoción en la entrada y la salida de la Virgen y se vivieron momentos muy emotivos en el interior de la basílica de Regla con las palabras del padre Alberto Ramos, rector guardián del Santuario, que deja el cargo y se marcha a un nuevo destino.
Cafeterías y bares hicieron unas de las ventas más importantes del año. Los chipioneros y los visitantes, los devotos y los curiosos, abarrotaron heladerías y terrazas. La procesión se inició a las 18.00 horas y por primera vez desde 1912 no se pudo contemplar la tradicional estampa que dejaba la avioneta que lanzaba flores desde el aire a la virgen. La polémica decisión de la AESA (Agencia Española de Seguridad Aérea) dejó a la `morenita´ sin la emotiva costumbre que iniciara el infante de Orléans y que tuviera en el comandante Cotro su principal continuador.
Efectivos de la Guardia Civil, la Policía Local y Protección Civil velaron por la seguridad y el buen desarrollo de la procesión, que transcurrió sin incidentes y estuvo acompañada por la banda de música Fernando Guerrero, de Los Palacios.
El paso de la Virgen presentaba como novedad dos ángeles policromados realizados por Sixto Burgos, que portaban el bastón de mando del Ayuntamiento de Chipiona.
La Virgen de Regla, esta vez sin avioneta, volvió a demostrar su poder de convocatoria y los fuegos artificiales pusieron el broche de oro a un día muy emotivo y cargado de significado.
Fotografía: Ernesto Manuel López Sánchez.