Ha sabido sobrevivir a no pocas dificultades y bandear un temporal de cambios continuos, algunos a merced del capricho político. Tras su paso por Onda Chipiona, Toni Galisteo, buscavidas, buen profesional y gran devoto de los suyos, trabaja ahora en Sol TV y lleva adelante su propia web Chipiona Digital TV. Pero más allá de su capacidad de adaptación, tras veinte años luchando puede presumir de haberse ganado el cariño y el respeto de no pocos chipioneros.
¿Prefieres estar delante o detrás de la cámara?
Depende del momento y depende de lo que esté haciendo. En informativos me gusta estar delante. Cuando se trata de actos públicos, detrás.
¿Era difícil llevarse bien con todos los políticos?
Yo soy muy idealista, y no voy a cambiar. Siempre he pensado que sea de la ideología que sea, todo el mundo tiene algo que decir, algo que aportar. Y por eso yo siempre acudía a todas las ruedas de prensa, y daba su lugar a todo el mundo. Y lo sigo haciendo.
¿A quién recuerdas con más aprecio?
Con todos he tenido y sigo teniendo una buena relación. A nivel personal, quizá me sienta más unido a Sader Farrouh porque fue mi médico durante muchos años. Además, tuvo detalles conmigo como pagarme el viaje a Fitur 2007 de su bolsillo. Lola fue una gran alcaldesa, siempre haciendo las cosas para buscar el beneficio de Chipiona, aunque se equivocara a veces con las formas. Y Antonio Peña, es una persona a la que aprecio. Tiene muchas ganas de trabajar, pero muy poco dinero.
¿Cómo fue tu relación con José Manuel Rey?
Me daba carta de libertad para hacer lo que me diera la gana y eso era lo que yo hacía. Y a los que decían que Onda Chipiona estaba manipulada por José Manuel Rey, para nada. Nunca me dijo que pusiera o dejara de poner algo. Recuerdo una rueda de prensa que emitimos de Lola Reyes en que lo ponía ‘a parir’. Se enfadó, pero no hizo nada. Yo lo presento como mi jefe, pero él siempre dice que ha sido más mi amigo que mi jefe. Y la verdad es que ahora es uno de mis mejores amigos.
¿Y tu ex compañero, Miguel?
Miguelito es un ‘maquina’. Un tipo capaz de llevar la continuidad, la programación y que hace su propio programita de radio. Un gran trabajador y siempre con una sonrisa.
¿Y cómo te llevaste con el que fuera alcalde, Manuel García?
Me llevé bien. Nunca tuve ningún problema con él. Estando fijo en Onda Chipiona, me ofreció irme a la Televisión Municipal, y le dije que no. Era una prestación de servicios por cuatro años. Me podría echar en cualquier momento. Yo sabía que lo que él quería era quitarme de Onda Chipiona, y yo estaba muy bien allí. También en otra ocasión recibí dos ofertas para trabajar en Canal Sur, pero no me interesó. Además yo sabía que ahí sí que habría manipulación.
Después llegó el cierre de Onda Chipiona…
Aquello fue una cacicada. Manolo era de ‘o estás conmigo o estás contra mí’. Eso sí que fue manipulación. Como era un medio que no podía controlar porque era privado… José Manuel metía las narices en asuntos que le asustaban. Fue el programa ‘Objetivo público’, que por cierto a la gente le encantaba… Si Manolo tenía que denunciar algo, ¿por qué fue a la tele y no al programa? La única tele que han cerrado, además de en Venezuela, ha sido aquí.
Y tú te fuiste directo al paro…
No me dolió tanto quedarme en la calle, sino que hicieran eso con algo por lo que yo había luchado. Onda Chipiona no era un trabajo, era parte de mi vida y también de la de los chipioneros, porque era el único espacio en que les dejaban protestar. Si alguien se encadenaba en el Ayuntamiento para pedir trabajo, allí estaba Onda Chipiona. Los demás no lo contaban.
¿Qué hace falta para seguir en la brecha y sobrevivir a los desmanes políticos y los cambios de formatos en este mundo tan complicado?
Mucha paciencia. Cuando cerró Onda Chipiona, no me planteé dejar la televisión. Como no podía retransmitir por analógico -tenía el equipo, pero no la licencia- decidí hacerlo por Internet, a sabiendas de que no todo el mundo lo vería, pero al menos le daba continuidad a mi trabajo y no perdía el ritmo. Y el primer año fue el mejor de todos. Había mucha publicidad. Pero la cosa fue decayendo.
Tú eres de Jerez, pero vives en Chipiona desde hace años… ¿de dónde te sientes más?
Como dice Ramón Gutiérrez, uno es de donde está su corazón. Y el mío está partido en dos. Tengo aquí a parte de mi familia y mis mejores amigos, pero de vez en cuando también me gusta ir a Jerez. Porque siempre hay algo que parece que me falta. El colegio donde he estudiado, la calle donde he vivido… Es como un vacío…
¿Cómo fueron tus inicios en las telecomunicaciones?
Empecé haciendo radio a los trece años, con Pepe Contreras. Estudié para oficial de notaría y empecé a trabajar en una con dieciséis años. Pero antes de cumplir esa edad aprobé el examen de radioaficionado, que había que pasar por el Ministerio de Telecomunicaciones. Esta afición la heredé de mi padre. También estudié electrónica industrial y empecé filología árabe, pero no la terminé.
También tuviste tu experiencia en la hostelería…
En el año 86, con dieciocho, cogí la discoteca Kailúa, que poco después me cerró Manolo Monge con un decreto irregular. Lola Reyes me ayudó mucho por entonces para poderla abrir, yo había hecho una inversión de dos millones de pesetas, y estaba desesperado. Incluso me metí en la Falange y organizamos allí un encuentro. Aquello se llenó de camisas negras (risas), pero yo era un chaval, lo único que quería era que me dejaran abrir.
¿Qué pasó con la notaría?
La dejé. En el verano del 92 tuve un accidente que me dejó machacada la pierna. Estuve mucho tiempo de baja, cuatro meses ingresado en el hospital y ocho operaciones. Cuando volví a la notaría mi jefe se había jubilado y las condiciones habían cambiado mucho.
¿Y cuándo comenzaste en Onda Chipiona?
Fue en el 2002. Poco antes estuve con Chencho y con Paco Martel haciendo el Crónica de Chipiona. Pero me fui a la tele y lo primero que hicimos fue el directo de Florasur. Mucho han cambiado las cosas, desde entonces…
¿Qué esperas de tu futuro?
Espero que la economía nos dé un respiro, que los medios de comunicación brillemos por nuestro propio criterio y transparencia sin influencias de ningún color. Muchas veces me he planteado, llegado el día que nada me ate a esta tierra, irme de corresponsal a algún país en conflicto.
