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editorial12

Es un reino sin leyes aparentes sobre el papel. Donde gobierna el desgobierno y no hay más ley ni más censura que la el propio pueblo se autoimpone. El Carnaval es una sarna con gusto que a veces pica. Que gusta, que regala momentos que guardas en tu memoria para siempre pero que te puede poner en la picota. Para bien eres la voz del pueblo. Para mal, estás en boca del pueblo. El Carnaval no tiene dueños, pero sí señores. Tiene más compañeros que rivales. Aunque como rivales se comporten a veces esos que debieran ser compañeros. Tiene más luces que sombras y más gracia que malaje, aunque tampoco esta falte en la fiesta. El Carnaval es un teatro callejero. Es un baile de máscaras donde las almas caminan más desnudas que en la aburrida vida cotidiana. Es un cabaret de plumas donde pecar está permitido. Donde las pasiones nacen, se liberan y mueren. El Carnaval es una sublimación de la libertad. Llega febrero y Chipiona queda convertida en un reino de Carnaval.
 Fotografía: Curro Rodríguez. 

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